En El hacedor confluyen las simbologías de Oriente y Occidente, el cosmos y las cosmogonías, los siglos, las dinastías, lo universal y lo profundamente local: Heráclito, Homero, Dante con Rosas, Facundo y Juan Muraña. Tal diversidad de temas se corresponde con una multiplicidad de géneros. Así, los relatos, poemas y ensayos de estas páginas terminan configurando uno de los libros más personales del autor; una miscelánea que da cuenta de las preocupaciones que recorren toda la obra borgiana.
El libro de arena nos habla de la afectación por la pérdida, el miedo a la muerte y el temor a una identidad enraizada a los acontecimientos del pasado.
Además de extraordinario narrador y ensayista, Borges fue un excelente poeta. De hecho, puede decirse que la poesía es el alma de su obra. Indisociables de sus cuentos y ensayos, estos poemas son parte indispensable del universo borgiano y constituyen una indagación paralela a los temas que siempre le apasionaron: los libros, la memoria, los laberintos, los espejos, Inglaterra, el amor o la eternidad. Dueño de un fino oído y una deslumbrante capacidad para crear imágenes memorables, Borges revive en sus grandes poemas la intensidad que recorre la gran tradición occidental desde Homero hasta Eliot. Antes que el sueño (o el terror) tejiera mitologías y cosmogonías, antes que el tiempo se acuñara en días, el mar, el siempre mar, ya estaba y era. ¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento y antiguo ser que roe los pilares de la tierra y es uno y muchos mares y abismo y resplandor y azar y viento? Quien lo mira lo ve por vez primera, siempre. Con el asombro que las cosas elementales dejan, las hermosas tardes, la luna, el fuego de una hoguera. ¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día ulterior que sucede a la agonía.
En este primer libro de ficción, Borges trabaja con biografías de ladrones y rufianes; personajes traidores y a veces también heroicos. Aquí están, entre otros, Lazarus Morell, redentor de esclavos, Tom Castro, hijo apócrifo y tolerante, y la viuda Ching, hábil en el saqueo en altamar. Cuentos que juegan a falsear y tergiversar historias ajenas. Le siguen «Hombre de la esquina rosada», uno de sus relatos más celebrados, y «Etcétera», un testimonio de sus incontables lecturas: «A veces creo que los buenos lectores son cisnes aún más tenebrosos y singulares que los buenos autores».